Cada uno de nosotros, al menos una vez en su vida, sufrió la pérdida de un ser querido. Después de un tiempo, ya sea de meses o años, el dolor y el sufrimiento deja inevitablemente espacio a los recuerdos… La mente y el corazón de nuevo en los buenos momentos que pasamos juntos y, muy a menudo, nuestros pensamientos van más allá, para volver a vivir la última vez que se vio a la persona y le tocó, y a lo que se le dijo.
Este cortometraje es un retrato de un contacto definitivo e inconsciente entre María y Miguel, madre e hijo, en un tiempo de la vida cotidiana normal que tendrá un valor enorme porque se revivirá para toda la vida en los recuerdos de una madre que ha perdido a su hijo.